Epilogo LPN: Maren Lustoff y la estructura moral

octubre 23, 2017

- ¡Plop!
Famosas últimas palabras de Sebastian Mares

14 de Octubre de 2017. Entre festejo de cumpleaños, exámenes, aniversario y un largo etcétera, llegó el final de Sangre y Olvido, la crónica local por excelencia de Teatro de la Mente - Vampiro la Mascarada: La Plata Nocturnocon un cuarto acto a puro vértigo. 

Dos años de crónica para muchos, con siete actos encadenando actuaciones en vivo, traiciones, dilemas morales, cuarenta horas de juego y más de mil acciones de interludio de casi ¡noventa jugadores! (sin olvidar las quichicientas fotos de Maximiliano Martiniau -BRCINE)

Una estructura narrativa faraónica ideada por cuatro locos que nos dieron una base sobre la que edificar un sinfín de historias a las que cada cual intentó, a su manera, dar un final más allá de lo que los narradores hilaron como epílogo en el cara a cara frente a la que aúlla en la oscuridad.

Cuatro cabras desquiciadas, y puro amodio de nuestra parte.
Un epílogo personal, por el gusto de escribir, por la necesidad de dar un posible fin de ciclo para un alterego al que llegué a apreciar mucho más de lo esperado, y un regalo para los hermanos Rocha, compañeros de aventura y, quizá, únicos ansiosos por leer estas palabras:

Maren Lustoff, Oráculo, Antiguo Tremere, Arpía del dominio de La Plata
¿15 de Octubre?


Tenía la lengua atada pero, ¿acaso importaba? Meses atrás había llegado a una ciudad que, creía, no me guardaba ya ningún secreto. Desconfié aún así, y desde el principio, de mi propia gente: lo que vengo a buscar está en sus manos, me dije de entrada, pero no insistí demasiado, movido por la gloria de ver al otro semejante desenfundar tales armas en el momento equivocado -porque siempre es el momento equivocado para utilizar oscuros artilugios como aquel.

Y llegamos en ese silencio a esta noche; la noche tras la tormenta que tantas veces vislumbré. Ya serán cenizas junto a aquello que pretendía recuperar al final, como el regente, como los anarcas, como la mayor parte de las figuras de autoridad de este laberinto de hormigón de impronta masónica. Pero no hay lugar para arrepentimientos; la pirámide se desmorona, la capilla yace silenciosa, como el anhelado e impío elíseo que levantaran sobre epopeyas de otros tiempos, capaces sólo de recordarnos que ninguna victoria es para siempre: las nubes ya se ciernen sobre nosotros, solo que aún no nos hemos percatado de ello.

Quizá sea hora de volver, pero cómo salir de estas diagonales sabiendo que el orden establecido clama a gritos por un titiritero que tense los hilos durante su resurgir. 

Fragmentos de historia; *tirá cultura*
Rememoro. 

Imperturbable, intento sostener la mirada de Gorgo más allá del tiempo y el espacio; cenizas, ruinas, almas confusas, consumidas, condenadas. Observo el pasado, su caminar despreocupado, los esbirros encadenados a sus pies, ingenuos, parasitando ambos bandos sin saberse títeres de una entidad que creen enfrentar. 

Visualizo el futuro. 'Un futuro' al menos. 

Me aferro por simple inercia a las manos de Élise, la incógnita, el fallo en el sistema, la variante peligrosa en la ecuación; siento a Fierro caer, despojado por unos segundos de las verdades que sólo él conoce, mientras siento el vacío del alma de Yanel... el vacío inexplicable, el calor del fuego devorando su interior, destruyendo todo a su paso a cambio de un poder con gusto a poco. Al fin, mascullo entre dientes, la confirmación de mis sospechas. Sobre el final, cuando ya de nada vale más que para saciar el orgullo propio de un viejo cazador. Gorgo se despide entre risas, sabiendo lo que acaba de hacer.

Aramis, por siempre presente, alterado como nunca antes, deambula por delante de la expectante mirada de Torvir. La antítesis, dos caras de una rosa inquieta ante el caos que no logra ver -aún. Y entre ellos, la oscura figura de Franco Santiago ... la sombra obtiene lo que busca y será finalmente recompensada. Guiño de Destino tal vez, sentado en un rincón de la habitación, sosteniendo el gran libro que alimenta nuestro existir, contando fragmentos de nosotros mismos que quizá nunca lleguen a develarse. Abrazo el tiempo ambiguo que muestran sus páginas mientras devuelvo, por sobre su hombro, la sonrisa a esa niña destinada al fracaso de la lucha imperecedera... 

La sangre de los vástagos, ahora también en sabor frutilla

Despierto una vez más. 15 de octubre. La ciudad pide que me quede. 

Pero, ¿por qué hacerlo? Hay demasiada humanidad en los miembros del dominio; ninguno parece querer alejarse realmente del humano que supo ser. Puede que quizá aún esten muy cerca de esa criatura viva de antaño. Creo incluso oír las notas de la vieja guitarra del maestro de arpías y sentir su dolor, como siento el llanto desconsolado de los amantes separados por las vicisitudes de una sociedad que proyectó para ellos distintos lugares. Me repito las palabras “empezamos esto juntos…” 

¿Qué es, a fin de cuentas, este magnetismo tan especial? Bajo la premisa de la verdad inexistente, de las victorias pasajeras y el tormento de la eternidad, ¿qué tiene tanto valor como para atarme a un lugar tan alejado de mi hogar? ... Como si no lo supiera ya. La estructura. La jerarquía. La visión arquitectónica sobre la cual se desdibuja la artificialidad del bien y el mal... 

Eusebiusz. 

No está en mí el dejar pasar las faltas hacia la configuración del sistema ni permitir a los vástagos que olviden la posición que ocupan como seres inmortales. Quizá continuar el legado de Lord Ryory sea buena idea; quizá fortalecer la filosofía de Torvir, o perseguir, sin dudas, el ideal de Espada. Eso no se negocia. Y se perfectamente por dónde comenzar. Si Alexandría considera impropio de su grandeza el encargarse de limpiar la ciudad, puede que Santiago Amat quiera contribuir a allanar el camino de la nueva camarilla.

Buena gente (?)


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